El ser humano filtra el mundo exterior a través de una dimensión afectiva.
Sus procesos cognitivos sugieren todo un repertorio de emociones que pueden, desde endulzarle el café o amargarle el dÃa, hasta sacarle una lágrima compasiva o hacerle morir a carcajadas en el sofá de su casa. AsÃ, como la ostra vacÃa entre el vaivén de las olas.
Un obrero del entusiasmo y de esa terquedad jactanciosa para tratar, a costa de grandes esfuerzos, de maniobrar su rumbo. Egocéntrico. Desenchufado de la realidad. Realidad que percibe como quimera. Una criatura de ideas desproporcionadas y audaces sobre sà misma. Erigiéndose como la luz de su propia redención. Como la réplica magnánima de los dioses; mismos que él se ha inventado para sobrellevar el pánico de verse en solitario, enfrentado a la soledad descomunal del universo.
En resumen, una sarta de disparates. Acumulando trivialidades sobre qué pensar, siempre tendiendo a justificar su condición de ser. No hay voz de modestia digna de hacerse atender por sus oÃdos. Por cada Darwin que nace, en detrimento de sus virtudes divinas, se concibe diez MesÃas para resguardarle bajo todos los delirios posibles, y asÃ, con aires de victoria, emanciparse de la Naturaleza.
Para los estoicos, las emociones eran culpables de los problemas humanos como resultado de los juicios que el individuo emitÃa sobre el mundo. Les calificaban como ‘una perturbación innecesaria para el ánimo’. Mientras en la Edad Media, la razón, a través del ‘lado racional del alma’ –asà se le llamaba-, debÃa hacerse cargo del control y dominio de las pasiones, fueran éstas, llanas o intensas, indulgentes o perversas.
Etimológicamente, la palabra emoción se origina del latÃn emotio, emotionis, que se derivan del verbo emovere. Este verbo se forma por la palabra movere (mover, trasladar) con el prefijo e-/ex- (de, desde) y significa retirar, desalojar de un sitio, hacer mover.
Charles Darwin, el naturalista inglés con los hallazgos en biologÃa de mayor trascendencia para la humanidad, publicó en 1,873 La expresión de las emociones en los animales y el hombre, iniciando un camino para las posteriores investigaciones basadas en teorÃas biológicas que se centran en aspectos evolucionistas, dando a conocer los tres principios fundamentales de la explicación de las emociones, que tienen una relación directa con el principio de selección natural:
–Hábitos útiles asociados. Según Darwin, los hábitos que nos son útiles para satisfacer deseos, despertar sensaciones, etc. pueden llegar a ser tan habituales que se producen incluso en situaciones que no requieren el mismo patrón de respuesta.
–AntÃtesis. En caso de que un hábito esté plenamente afianzado, cuando se origina un estado de ánimo contrario al que origina un determinado patrón conductual, se producirá la respuesta motora opuesta, (asociación por contraste).
–Acción directa del sistema nervioso. En situaciones de gran excitación, una fuerza nerviosa puede dar lugar a movimientos de alta expresividad. Tales movimientos se canalizan por los canales fisiológicos que estén mejor entrenados por los hábitos, de forma que “la energÃa fluye con independencia del hábito, pero las acciones expresivas dependen de éste”. Asà pues, según este principio, la descarga neural puede afectar directamente a la musculatura expresiva asociada con una emoción particular.
Según Darwin, las tres acciones más importantes son los reflejos, hábitos e instintos. Los más importantes en la expresión de las emociones son los reflejos y los instintos, que son innatos y se heredan de nuestros antepasados, manifestando una clara continuidad filogenética en la expresión de las emociones, del mismo modo que existe continuidad en la evolución biológica.
A lo largo del siglo XX y el actual, se han generado otros tantos estudios con enfoques psicofisiológicos, conductistas y cognitivistas que han agregado elementos importantes al conocimiento de nuestra red emocional. Estudios con mayor grado de complejidad y detalle que han brindado resultados invaluables. Un largo pergamino de estudio, desde la filosofÃa clásica hasta las neurociencias modernas.
En sÃntesis, las emociones humanas son ineludibles. Ocupan un lugar preferencial en nuestra vida diaria y toman más decisiones que la misma razón, aún cuando Descartes les subyugaba a ésta última. Y lo seguirán haciendo. Mientras estemos aquÃ.
Alejandra Cifuentes
Las emociones!… Definitivamente las emociones son tan poderosas que algunas de ellas te marcan de por vida. Muy interesante articulo amigo, me encanta el vasto vocabulario que utilizas y la destreza con que transmites la informacion, como siempre excelente trabajo!!!!
Ana Luisa Salvatierra
Excelente artÃculo! una frase que me gusta: Cada uno de nosotros es su propio clima, determina el color del cielo dentro del universo emocional en el que habita. – Fulton J. Sheen